
Las relaciones laborales con los superiores no siempre son todo lo amables que a todas nos gustaría que fueran.
Los acosos laborales
Las relaciones laborales con los superiores no siempre son todo lo amables que a todas nos gustaría que fueran. Por supuesto, hay gente con suerte que disfruta de un clima cordial y relajado en el trabajo. Hay jefes considerados que facilitan el trabajo de sus subordinados, que tienen buena relación con ellos y que no se aprovechan de su puesto. Por desgracia, esto no siempre es así y debemos estar alerta para detectar las señales de un posible abuso de autoridad y saber cómo encararlas.
¿Es acoso laboral?
Antes de nada, debes tener muy claras cuáles son tus funciones y tu horario. Nadie puede exigirte que realices tareas para las que no has sido contratada o que pases en el trabajo más horas de las que deberías (en caso de que estas no vayan a verse remuneradas).
Por ejemplo, si tu función en la empresa consiste en llevar la contabilidad y responder llamadas telefónicas, no debes prestarte a preparar el café a tus jefes. Tampoco debes quedarte en el trabajo hasta las diez de la noche si tu hora de salida estipulada son las ocho de la tarde.
¿Cómo afrontar estas situaciones de acoso laboral?
En mi opinión, lo más recomendable sería hablar con tus superiores y explicarles la situación de manera serena. No intentes tomar represalias por tu cuenta. La mejor forma de solventar un problema es siempre mediante un diálogo calmado en el que ambas partes pongan de su lado para lograr el entendimiento.
Acoso laboral físico: Respetar el espacio
Otro problema que puede surgir en el trabajo es que tus superiores no sean capaces de respetar tu espacio. Siempre resulta muy incómodo cuando alguien nos habla demasiado cerca o nos toca demasiado sin venir a cuento.

Otro problema que puede surgir en el trabajo es que tus superiores no sean capaces de respetar tu espacio.
En condiciones normales, evitarlo suele ser tan sencillo como alejarnos de la persona invasiva o pedirle amablemente que «deje correr el aire». Sin embargo, cuando se trata de nuestros superiores, la cosa se complica y no sabemos cómo actuar. Muchas chicas simplemente aguantan por miedo a que el jefe no se lo tome bien o, aún peor, por miedo a perder el trabajo. Nunca debes aguantar en silencio una situación incómoda de este tipo. Nadie tiene derecho a invadir tu espacio personal sin tu consentimiento. Al igual que en la situación anterior, yo te recomiendo comentar el tema de manera calmada y serena. No tengas miedo en comentarle a un superior que su actitud te incomoda. Son personas, al fin y al cabo, y lo normal es que lo entienda y cambie su forma de actuar de inmediato.
En cualquier caso, si tus jefes hacen caso omiso a tus peticiones respecto a horarios y funciones o, peor aún, si crees que los acercamientos están yendo demasiado lejos, no tengas miedo de hacer todo lo necesario, aunque suponga perder tu puesto de trabajo. Un empleo es reemplazable, pero tu dignidad y tu autoestima no lo son. Nadie tiene la obligación de aguantar cosas por las que crea que no debería pasar, vengan por parte de quien vengan. Quiérete a ti misma y, si crees que puedes estar viviendo una situación de este tipo, sé valiente y pon los medios para solucionarla.
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