
Nos guste o no, el sufrimiento es parte de la vida.
Al igual que las alegrías, los amores que florecen y la felicidad, la vida también nos muestra su parte oscura y difícil a través del sufrimiento.
Sin embargo te diré algo: Las experiencias dolorosas, pues duelen y hay que vivir y pasar el duelo que generan. No podemos esconder la tristeza cuando alguien se marcha de nuestra vida, ni podemos dejar de llorar cuando fracasamos en algo importante para nosotras. Sin embargo, más allá del dolor que puedas sentir está el sufrimiento.
Y sufrimos cuando no aceptamos lo que ha sucedido. Cuando nos resignamos y no queremos ver la realidad que está ante nuestros ojos. ¿Alguna vez has evitado algo que te dolía mucho? Evitar el dolor es lo mismo que apartar la suciedad que hay ante nosotros para poder seguir caminando. Y apartar esa suciedad hace que no se limpie y se sane, sino que se acumule más y más. Seguir evitando todo no es una actitud saludable, pues lo evitado aparece con el paso del tiempo en forma de dolores físicos o enfermedades si no se resuelve.
¿Qué tal si nos atrevemos a mirar al dolor de frente? Se requiere valentía para observar el dolor que generan ciertas experiencias. Y se requiere valentía también para integrarlo y aceptarlo. Los pensamientos del tipo “a mí no me duele”, “me da igual, no es asunto mío”, “soy feliz, eso no me afecta” simplemente son excusas que nos ponemos a nosotras mismos para no hacer frente al dolor.
Al contrario, estamos tapando nuestros los ojos a la realidad. Quizás sea más saludable aceptar lo que duele y decirlo claramente, sin miedo. Todo el mundo tiene experiencias dolorosas en su vida. Este es el motivo por el cual no debes sentirte un bicho raro, a ti no te suceden cosas extraordinarias, no eres diferente. A todos nos suceden acontecimientos dolorosos a los que hacer frente. Absolutamente a todas las personas.
El sufrimiento arrastrado durante mucho tiempo se ancla en el cuerpo. Y aparecen enfermedades psicosomáticas: migrañas, tensiones musculares… el cuerpo está avisando de que hay algo dentro de nosotros que debe ser sanado, que debemos hacer frente a algo que hemos estado evitando durante mucho tiempo.
Te invito a que reflexiones sobre tu vida. ¿Continúas sufriendo por algo que sucedió hace mucho tiempo?, ¿aún no has soltado el pasado? Si es así es hora de que comiences a trabajar en ti misma. El pasado quedó allí, es un tiempo que se esfumó y que no volverá. Cargar con todo ese peso es demasiado doloroso y pesado; hace que no puedas vivir tu vida libremente. Hace que cada día sea más duro levantarse de la cama y continuar.
Y te aseguro que es completamente inútil vivir así. Hay otras formas de vivir, mirando hacia el futuro, hacia lo nuevo, hacia las miles de experiencias vírgenes que están ahí para tú las descubras. Muchas otras mujeres lo están haciendo, consiguieron deshacerse de ese terrible sufrimiento que asolaba sus vidas y por fin pudieron vivir, simplemente vivir felices.
Porque quien se ancla en el pasado y el sufrimiento no vive, solo recuerda y recuerda en lo que debería haber sucedido y no sucedió…
La vida es más que eso. Existe el sufrimiento y debemos aceptarlo como parte de la vida. Pero por encima de todo debemos aceptar el amor, la alegría, el florecer y la felicidad de estar aquí y estar ahora.
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