
En America Latina, diariamente son 460 personas que sufren las consecuencias de la violencia sexual.
Se considera abuso sexual cuando la interacción sexual entre dos o más personas está basada en el abuso del poder, asimetría de edad y desarrollo, es decir, hay una desigualdad de condiciones. Se considera abuso desde tocamientos, exhibición hasta la penetración y violación.
¿Quienes son los afectados por el abuso sexual?
Cualquiera: niños y niñas, mujeres y hombres, jóvenes, adultos y ancianos pueden ser víctimas del abuso sexual. Por lo general la persona que sobrevive el abuso sexual se caracteriza por una vulnerabilidad pre-traumática. Esto quiere decir que pudo haber sufrido en su niñez algún abuso físico, psicológico y/o sexual dentro o fuera de su familia así como relaciones familiares inestables o disfuncionales y con recursos psicológicos débiles.
Estas condiciones posibilitan el proceso del abuso sexual, que puede llevarse a cabo en un proceso paulatino donde al inicio el agresor utiliza la confianza, el chantaje, la ambigüedad y la seducción. Es frecuente encontrar que el abuso sexual es realizado por un conocido, familiar o pareja. El abuso se puede dar en una sola ocasión o de forma repetitiva y sostenida a lo largo del tiempo.
Impactos psicológicos del abuso sexual
La vulnerabilidad psicológica, la estructura y sistema familiar, el tiempo de exposición, la intensidad, la etapa del desarrollo, el vínculo con el agresor así como el tipo de abuso son algunas de las variables de las cuales depende el impacto del abuso en la persona. Entre los efectos frecuentes entre los sobrevivientes del abuso sexual están los trastornos depresivos, de ansiedad, por disociación y de personalidad. La gravedad de muchos de estos trastornos ameritan un tratamiento médico psiquiátrico, otros más son susceptibles de tratamiento psicoterapéutico de apoyo y de contención.
Abuso sexual en el espacio público
A nivel America Latina el abuso sexual es frecuente tanto en espacios privados como públicos. Según una nota publicada por el diario El País en noviembre de este año, en un sondeo realizado por la Fundación Thomson Reuters, se encontró que seis de cada diez mujeres sufren abusos de distinto tipo en los transportes públicos de América Latina. El transporte público es el espacio más inseguro para las mujeres principalmente en Bogotá, seguido de la Ciudad de México y Lima. Según este estudio de las encuestadas, la inmensa mayoría de las mujeres en capitales como Bogotá sienten temor al oscurecer y usar el transporte público además de no confiar en las autoridades. En México el 64% han sufrido abusos sexuales en el transporte público mientras que en Lima el 58%.
La denuncia del abuso sexual
Durante el 2013 se denunciaron 109 casos de acoso sexual en Bogotá, 374 denuncias en la Ciudad de México y Lima tiene la mayor cantidad de denuncias. Al respecto, un estudio realizado por el Instituto de las Mujeres del Distrito Federal y el Banco Mundial reveló que el 65% de las usuarias del sistema de transporte público han sido víctimas de algún tipo de violencia de género. Sólo una quinta parta de los eventos son reportados a las autoridades y que en las unidades de transporte más pequeñas y viejas son donde las mujeres son más vulnerables. El contexto es además hostil, la cultura machista y los trámites engorrosos dificultan que las sobrevivientes del abuso sexual denuncien la agresión.
Prevenir el abuso sexual es tarea de todos
En America Latina, diariamente son 460 personas que sufren las consecuencias de la violencia sexual; la mayoría son mujeres. Cuando las sobrevivientes del abuso sexual denuncian, generalmente vuelven a ser re-traumatizadas por la falta de sensibilidad que los servidores públicos del sistema judicial y las distintas áreas que realizan la misma entrevista una y otra vez.
El abuso sexual no es un hecho aislado en nuestras sociedades. Hay un pacto patriarcal que es cómplice y que configura a los sobrevivientes del abuso sexual, a sus familias, las instituciones y a la sociedad entera. Incluso a nivel familiar el declarar el abuso sexual puede detonar una crisis del sistema familiar. De igual manera sucede en el espacio escolar o laboral. Es fundamental el adecuado tratamiento terapéutico de los sobrevivientes y de los victimarios, fomentar la educación sexual y el autocuidado desde edades tempranas, una cultura donde lo femenino y masculino se valoren con equidad y balance, así como acciones preventivas y punitivas efectivas para los transgresores.
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