
Marina nos cuenta su historia. Inmersa en una relación sentimental insana durante 10 años, un buen día decidió coger las riendas de su vida y ser ella misma. No fue fácil pero la decisión mereció la pena.
Marina nos cuenta su historia. Inmersa en una relación sentimental insana durante 10 años, un buen día decidió coger las riendas de su vida y ser ella misma. No fue fácil pero la decisión mereció la pena. ¿Cómo se enfrentó a ello?, ¿De dónde sacó el valor para hacerlo?, ¿Cómo se sintió después?, ¿Cómo es hoy día su vida? Descúbrelo en este maravilloso testimonio.
“Ahora, con perspectiva, me doy cuenta que no era tan difícil terminar con aquella larga adicción; adicción hacia él que duró 10 años. Se mantuvo intacta como el río que un día tras otro hace el mismo recorrido, creando así hábitos emocionales en mí tan difíciles de erradicar que han requerido perseverancia y paciencia, muchísima paciencia. Más de la que creía que tenía, y es que la vida nos asombra, hace que nos asombremos de nuestra naturaleza interna y de lo maravillosas que somos cuando se nos presentan situaciones de este tipo. Creo que, de alguna manera, es una forma de gritarnos lo mucho que valemos y no queremos escuchar.
Terminar con la toxicidad de una relación adictiva me parecía una utopía, algo inalcanzable; era como una montaña que miraba desde la lejanía sin imaginarme si quiera que un buen día yo comenzaría el ascenso. Y así fue. Un buen día, sin saber por qué, o quizás sabiéndolo, pero engañándome más de lo debido, comencé a ascender.
Tomé la decisión de terminar la relación con mi pareja tras darme cuenta de cuanta injusticia había soportado en mi piel, cuantos comentarios y actitudes injustificables había justificado durante años, día tras día. También abrí los ojos al universo del autoengaño en el cual había estado inmersa. Mi autoengaño había actuado como una protección hacia la realidad misma, realidad que todos veían excepto yo. Yo no quería verlo, no quería dejar de amarrarme al pilar junto al que había estado. Allí me sentía segura.
Este pilar era mi pareja; de alguna manera adquirí su filosofía de vida y sus actitudes. Me había confundido con su persona, me había plegado tanto a él y a lo que él quería que me hubiera perdido a mí misma.
Te pierdes cuando te sientes culpable de todo cuanto haces y dices; tienes miedo a hacer comentarios, críticas o propuestas porque no sabes que tendrás que soportar después. Así que progresivamente tomas la decisión de dejar de hablar, dejar de comentar y asentir a todo cuanto él dice, así no hay problemas, así no hay riñas. Pero aun así, las hay; ¿sorprendente, no?
Y mis ansias de vivir, mi energía y vitalidad se fue apagando; en su lugar fueron apareciendo grandes ojeras, problemas físicos y emocionales. Aquello se estaba convirtiendo en un verdadero infierno. Probablemente lo que más lleve a las personas a aferrarse a pilares mediocres y tóxicos sean las carencias emocionales. Unas carencias emocionales que veía cubiertas estando con él, aunque me sintiera humillada, utilizada y mediocre. Aunque escuchara y viera cosas que iban en contra de mis valores. Era mejor sentirse querida que ser fiel a los valores de una misma y quedarse en el abismo.
Eso pensaba. Y pensaba eso porque no creía en mi fortaleza interna, fortaleza que después he descubierto que tenía. Fortaleza que he descubierto escondida tras la pequeñez de la que me creía estaba hecha. Tomar una decisión difícil supone ponerse a prueba a una misma, tomar las riendas de tu vida y romper con lo viejo, lo tóxico, lo que ya no es útil. Decir adiós no es fácil. Pero se hace, todo se hace.
Yo lo hice. Quería mi felicidad y fui hacia ella. Me costó mucho; las emociones iban del llanto a la tristeza y la desesperación durante las primeras semanas. Después se fue convirtiendo en angustia y preocupación por el futuro -¿qué haría ahora con mi vida?-. Finalmente llegaron los regalos que la vida te tiene preparados cuando vas por el camino adecuado. Y llegó la sensación de paz interna, de liberación y de fortaleza. La sensación de haber tomado el control de mi propia vida y ser merecedora de todo, absolutamente todo.
Hoy camino en solitario; he comenzado a realizar múltiples actividades y conocer nueva gente. No necesito una persona viviendo junto a mí para sentirme completa, porque yo misma ya estoy completa. La vida me ha enseñado que todo sucede por algo, y que esta relación ha sido motivo de aprendizaje y fortalecimiento para mí, por lo cual estoy agradecida. Hoy veo la vida de otro color. Hoy me veo a mi misma de otro color. Estoy orgullosa de mí misma y animo a todas aquellas mujeres que estén en mi situación a hacer lo que yo hice.”
¿Qué aprendizaje nos deja la historia de Marina?
Marina, con su historia anima a todas aquellas mujeres que se encuentren al inicio del camino a que tomen una decisión y vayan hacia la felicidad. Su relato nos muestra lo difícil que es hacerse consciente de lo que estamos viviendo en nuestras vidas y decirle adiós a lo que no nos hace felices, pero también nos muestra que puede hacerse. Con mucha valentía y energía, aunque haya días grises y oscuros, hay que pasar por ello para llegar a la claridad, la luz y la felicidad.
Finalmente lo que Marina nos transmite en esta historia es que nunca es tarde para cambiar, tengas la edad que tengas. Queda mucho tiempo por vivir y aprovechar. También nos enseña que nosotras – y solo nosotras- somos las dueñas de nuestra vida y tenemos el poder para cambiar aquello con lo que no nos sintamos felices.
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